Tanto los niños y las niñas, como los adultos mayores se encuentran indefensos en nuestro país frente a una sociedad que se niega a considerarlos como sujetos de derecho y merecedores de un trato que les permita el acceso a oportunidades claras de desarrollo.
Por un lado, la discriminación que sufren las y los niños se manifiesta en múltiples formas y, abarca problemáticas como la explotación laboral, el maltrato físico, las posibilidades de supervivencia, el derecho a la alimentación, el abuso sexual y el acceso a la educación.
Por otro lado, los adultos mayores son víctimas de una discriminación que ha sido injustificadamente sustentada en un estereotipo arbitrario, de acuerdo con el cual se les asocia con improductividad, ineficiencia, enfermedad y decadencia general.
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