martes, 10 de junio de 2008

Los problemas que presentan las consignas formuladas de este modo se vinculan con el alto nivel de generalidad, la falta de contextualización en términos de qué hacer, cómo resolver, qué recursos utilizar, qué etapas seguir o por dónde empezar.

El qué y el cómo enseñar constituyen un par indisoluble en las concepciones actuales de la Didáctica.

En este punto surge una cuestión de importancia:

¿Cómo manejar la tensión entre la autonomía que el docente ofrece al alumno y la guía imprescindible que debe aportarle?

Tensión nada sencilla de resolver, ya que ni se pretende “dejarlo hacer” según lo que mejor de parezca, ni tampoco describir todos los detalles de la tarea de modo tal que no le queden márgenes de elección y reflexión.


Para construir una buena consigna es necesario tomar en cuenta lo que el alumno tiene que realizar, ponderar su margen de libertad para tomar decisiones y elegir la forma de producción final, así como estimar su capacidad para elegir los recursos disponibles y sopesar los criterios de evaluación. Las consignas que verdaderamente contribuyan al desarrollo de la autonomía, deberán ser formuladas con claridad y precisión, tomando en cuenta que una de las habilidades básicas a lograr en los alumnos será la de leer comprensivamente.

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